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20 de julio: historias con futuro

20 de julio: historias con futuro

Por Germán Mejía

Las razones por las cuales los colombianos celebramos el 20 de julio, cada año, están presentes en nuestra memoria desde hace mucho tiempo. Esa fecha nos recuerda que hace 198 años unas personas, en lo que para entonces se llamaba Santafé, iniciaron un proceso que decenios más tarde dio forma a lo que hoy es nuestra República, como Estado; a nuestra Nación, como conglomerado de habitantes; a nuestra Patria, como la tierra de nuestros padres.

Sin embargo, lo cierto es que hasta muy entrado el siglo XIX esta fecha no nos significó como colombianos. Sólo hasta el 16 de mayo de 1876, mediante la aprobación de la Ley Nº 2854, la conmemoración del 20 de julio se constituyó en símbolo de nuestra independencia. Es claro, entonces, que la elección de este día como principal efeméride nacional fue resultado de una construcción social que demoró varios decenios en imponerse sobre todo el conjunto del territorio nacional. La Constitución de 1886 recogió lo que dicha dinámica social significó: el triunfo de un Estado democrático de claro talante centralista tanto en su forma de gobernarse como de entender la Nación. Los movimientos sociales que se gestaron desde los años setenta alcanzaron una de sus cimas en la Constitución de 1991.

Este hecho evidenció la necesidad de otorgarle un marco histórico, un pasado, a la nueva situación: no sólo se debía erigir el Estado sobre fundamentos diferentes, sino que debíamos dar cuenta de la descentralización del Estado y de la política, de la pluralidad ideológica y de la heterogeneidad cultural. Es evidente, entonces, que el pasado común que resultó de la construcción decimonónica del significado del 20 de julio está en cuestión, no porque esa fecha sea hoy una efeméride sin sentido, sino porque las raíces de su significado han variado.

El 20 de julio, como fiesta cívica que conmemora el momento fundador de la República y de la Nación, necesita significarse sobre los pilares de una Colombia que se entiende diversa, plural e incluyente. En ese sentido, nuestra fiesta cívica por excelencia debe recordarnos, entonces, el hecho de querernos construir como una Nación de personas y comunidades diferentes; el acto de querernos vincular en un Estado que es capaz de garantizar nuestra pluralidad de orígenes y destinos; el evento de habernos fundado como una patria de padres diferentes, pero conviviendo en el mismo suelo y aprendiendo a construir un destino común.

Actualizar el significado del 20 de julio como el aniversario por excelencia de los colombianos es precisamente retornarle su valor a la fiesta cívica: un encuentro de todos como ciudadanos. Y propone el Ministerio de Cultura reconstruirlo, precisamente, mediante el recurso de la fiesta: el Gran Concierto Nacional Música para la Convivencia.

Hacer del 20 de julio una fiesta musical es un mensaje claro de paz, un mensaje esperanzador de futuro. De esta manera, el Gran Concierto nos permite comenzar a entender lo que la fiesta cívica puede llegar a ser para los colombianos: una celebración de la diversidad, pero incluyente. Y qué mejor que los diversos sonidos y ritmos de nuestras regiones para que revivamos a través de la música el Grito de Independencia. Es por esta razón que el Gran Concierto se constituye desde ahora en el primer gran evento que el Ministerio ha programado para la conmemoración del Bicentenario de la Independencia en 2010. Aún más, pretende el Ministerio convertir en costumbre la realización de este evento pues lo volverá a organizar para la celebración del 20 de julio de 2009 y, por supuesto, para la del 2010, pues el origen de la tradición reposa en la repetición de los actos colectivos. Con la realización del Gran Concierto Nacional y la organización de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, desde lo que le es propio, el Ministerio de Cultura quiere cumplir con un solo propósito: hacer de tales eventos una gran celebración de la democracia. En ese sentido, los objetivos que se ha trazado son, entre otros, integrar a la construcción de nuestra memoria las preguntas actuales sobre lo acontecido durante los últimos doscientos años y materializar dicha construcción en acciones que recuperen y acrecienten el patrimonio tangible e intangible de los colombianos.

De igual manera, busca revitalizar la fiesta cívica como expresión de la ciudadanía en un acto incluyente, participativo, tolerante y plural, capaz de expresar en la diversidad el gran valor que tiene ahora, para nosotros, el reconocimiento de lo propio.

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Fuente:

El Tiempo.com

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