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Irene Vasco, escritora colombiana al alcance de la IEFA.

La literatura infantil todavía provoca la discusión sobre su verdadera función. Si es puro arte y sirve para el deleite de los lectores, o si sirve como herramienta pedagógica en la transmisión de normas y valores de la sociedad.

Simone Silene de Sousa Silva

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Dentro del ciclo de actividades del programa Prensa Escuela, liderado por el periódico El Colombiano se llevó a cabo una conversación interesante con la escritora colombiana IRENE VASCO, quien se ha especializado en la producción de literatura infantil y juvenil. Este evento contó con el apoyo de Área Educada, programa del área metropolitana de Medellín que desde el 2009, ha incluido dentro de su portafolio de desarrollo territorial, el tema de la educación como un asunto estratégico capaz de generar equidad y sostenibilidad. Como respuesta a este desafío territorial, crea este Programa, a través de una estrategia definida y contundente para incidir en la equidad metropolitana a través de la educación como motor del desarrollo sostenible.

Es así, como el pasado 11 de noviembre la escritora colombiana Irene Vasco, fue la invitada especial de Área Educada en el conversatorio “Los jóvenes se toman la palabra”. La escritora VASCO es licenciada en literatura de la Universidad del Valle  y se ha dedicado en los últimos 20 años a escribir libros para niños y jóvenes, ha dirigido talleres de lectura y a la formación de lectores y productores de textos por toda Colombia.

La IEFA atendió la convocatoria y participó de este espacio lúdico-literario con los educadores Ricardo Steffens y Diana Patricia Flórez, profesores orientadores del área de humanidades y concretamente de lengua castellana. Pocas veces tenemos la oportunidad de establecer diálogos literarios de estas características, lo que motivo nuestra respuesta y participación. La señora VASCO ha producido un importante número de obras cuyos temas y asuntos, mensajes y significados tienen relación con los intereses, expectativas e inquietudes de los niños y jóvenes y en las cuales el tratamiento general responde a la manera peculiar de sentir y relacionarse el niño y el joven con el mundo. Las obras de literatura infantil son textos de arte pleno y total, como cualquier otro documento o testimonio del repertorio universal que aunque sean breves en su extensión no son menos grandiosas y reveladoras en su valor y significado, considerando además otro factor cual es que su público son los niños quienes son sensibles y están conectados con realidades profundas y a los más colosales y excelsos contenidos humanos.

La escritora y formadora de lectores tuvo la ocasión sentida de compartir con nosotros parte de su Biografía en la que reveló su conexión genética con la antioqueñidad, ya que su Padre fue un Caldeño de pura cepa, lo que la estimuló para escribir en torno a la historia de nuestro país y especialmente de los antioqueños. En la propuesta de Área Educada se percibe la intención de establecer el vinculo Literatura – pedagogía.  A propósito de la autora de nuestro epígrafe (Sousa Silva) nos unimos a su reflexión que explicita:   “Dentro del contexto de la literatura infantil, la función pedagógica implica la acción educativa del libro sobre el niño desde dos perspectivas. De un lado, con la acción mediadora de la pedagogía, que dirige y orienta el uso de la información, está la relación comunicativa entre el lector y la obra; de otro lado, están los demás mediadores (familia, escuela, mercado editorial) que interceptan la relación libro-lector, controlando el uso y dificultando la elección del niño sobre qué leer y cómo hacerlo.

De carácter extremadamente pragmático, la función pedagógica interfiere sobre el universo del lector a través de la acción del lenguaje de un libro aprovechándose de la fuerza material que palabras e imágenes poseen para actuar en la mente de los jóvenes lectores. Las primeras obras del repertorio infantil, compuesto por fábulas y cuentos de hadas, sufren alteraciones conforme las necesidades de cada época, reflejando las manifestaciones culturales de los diferentes grupos sociales. “En esos cuentos la voluntad literaria se separa de la pedagógica, aunque a lo largo del siglo XVIII y durante el siglo XIX bastantes de las producciones literarias para niños están impregnadas de fuerte didactismo y moralismo, hasta el punto de eclipsar en gran medida sus valores literarios”. (Cervera, 1991: 15).

Los cuentos escritos con la idea  real de atender al niño sólo surgen en 1697, con la publicación de Cuentos de mamá Oca de Charles Perrault, (1628-1703). Aunque los textos se cerraban con una moraleja, amoldándose a la intención pedagógica de la época, eran cuentos destinados al lector infantil. No hay algo que explique, basándose en los orígenes de la literatura infantil, las diferentes formas que ésta asume desde que en el siglo XVII empezó a ser escrita específicamente para un público infantil. Según Colomer, este concepto evolucionó y desarrolló una “conciencia social explícita sobre la función educativa que debió atribuirse a los libros infantiles”. (1998:134). Actualmente, el niño ya no es aquel  ser inocente, totalmente dependiente o indefenso. Disfruta de las mismas condiciones  que el adulto, es consciente, sabe cuestionar, es crítico. Desde entonces, es objeto de polémica, el asunto de la literatura infantil  pertenecer a lo literario o a lo pedagógico”.

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