Hemos perdido nuestro papel de padres y orientadores para convertirnos en los «amigos» de nuestros hijos. Hemos perdido en autoridad y en límites.
Nuestros hijos han perdido en respeto hacia sus padres y el marco de contención que valga la redundancia, debía contenerlos, se ha perdido. No hemos logrado de ninguna manera niños más seguros o con una mejor y más alta autoestima, muy por el contrario, la falta de límites, los hace sentir inseguros, inestables, y con poca confianza en sí mismos.
Comentar