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La lectura y la escritura: la magia de aprender

 FRANCIA HILER- ALEXANDRA TABORDA – CLEOFE CAÑAS:  Educadoras: grado 5º

Los estudiantes encuentran en la lectura y la escritura la magia de aprender. Con nuestros estudiantes de quinto grado todos los días al iniciar las clases, realizamos una lectura reflexiva, en la cual se puede demostrar los aportes significativos que se descubren en ellos, desde vivencias personales y colectivas que ayudan al crecimiento personal.

Josette Jolibert, investigadora Francesa en procesos de lectura y escritura nos aporta a los docentes maneras distintas de abordar la enseñanza de estos dos procesos. Al respecto nos orienta:

1. Crear condiciones facilitadoras del aprendizaje en la misma vida de nuestras aulas, estimular una vida cooperativa activa en los cursos, implementar una pedagogía por proyectos, proporcionar la presencia de múltiples textos (de todos tipos) para los alumnos, salir de la escuela para encuentros, entrevistas, encuestas, o invitar a gente del exterior en la escuela. De hecho, la propuesta de esta orientación concierne a todos los aprendizajes, no solo los de leer y escribir.

2. Impulsar la lectura y producción de todos los distintos tipos de textos: (Textos reales y no textos “escolares” inventados especialmente para aprender a leer). Tanto textos funcionales (noticias, cartas, afiches, reglas de juego, informes científicos, etc.) como textos ficcionales (cuentos, leyendas, literatura infantil, novelas breves o amplias, poemas), y esto, en situaciones reales de uso, en el marco de proyectos efectivos, individuales, grupales o colectivos.

3. Hacer que los alumnos aprendan a “cuestionar” o “interrogar” los textos. NO se quiere decir contestar preguntas del profesor o del manual sobre un texto sino que cada lector busque, en un texto, todos los indicios significativos que van a permitirle, personalmente, y gracias a la confrontación con sus compañeros y el apoyo del docente, de “construirse” el sentido de este texto. Estos indicios son muy variados y abarcan desde el titulo y la diagramación hasta las estructuras narrativas o gramaticales, las palabras y las letras.

4. Proporcionar actividades regulares de reflexión sobre lo vivenciado y de sistematización de lo descubierto (las llamadas actividades «meta», metacognitivas o metalingüísticas). Corresponde, entre otras, a una manera de enfrentar la trilogía gramática-vocabulario-ortografía muy opuesta a la tradicional: en vez de memorizar primero las estructuras para “aplicarlas” después, se trata aqui de clasificar a posteriori las estructuras encontradas en textos leídos previamente. De sacar el jugo de los textos leídos por decirlo así.

5. Evaluar de otra manera y dejar que los niños también se evalúen (ver todo lo que atañe a una evaluación formativa, a una auto evaluación y co-evaluación, a los portafolios, etc.).

El aprendizaje es, desde el inicio, una realidad compleja y que lo comportamental y lo conceptual se construyen juntos, en un vaivén permanente.

Lo importante es tener en cuenta que leer y escribir cobran sentido en nuestra vida  y en la de nuestros alumnos, cuando lo hacemos con un propósito determinado, utilizando diferentes estrategias que deben ser aprendidas a lo largo de toda la escolaridad.

Más  importante aún,  es lograr que los alumnos (y por qué no los docentes) recuperen o no pierdan el placer por la lectura. Pensemos que si el objetivo que se pide en la educación es formar ciudadanos reflexivos y comprometidos, la única forma de lograrlo es por medio de la lectura y de la búsqueda e implementación de estrategias para que los alumnos aumenten sus competencias pudiendo leer y entender un mundo que cada día es más complejo.

Lo que debemos comprender los docentes de lengua y los de todas las áreas curriculares, es que la lectura y la escritura son complementarias, que se cruzan, se entretejen, se necesitan y se funden. Cuando leemos y escribimos ponemos en juego una serie de recursos y estrategias que hacen que este acto sea único y que tenga importantes consecuencias para el conocimiento. Estas competencias que hay que poner en juego obligan al lector, escritor a adentrarse en el tejido del texto mismo para hacerlo propio.

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