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En la diversidad Federiquiana vivimos la magia antioqueña

Uno de septiembre, día esperado por todos en la IEFA, sirvió para reunir la comunidad estudiantil, docente, directivos, personal administrativo, de servicios y Consejo de padres para compartir una jornada de integración a la luz de actividades cívicas, artísticas y culturales que posibilitaron un ambiente de encuentro, integración, sano esparcimiento entre todos los miembros de la comunidad educativa Federiquiana.

La incursión de la fiesta de integración Federiquiana permitió una forma diferente de asumir la IEFA y su sentido para cada persona y para la comunidad; de asumir al individuo en su desarrollo psicológico y moral; y la forma de pensar la construcción de la ciudad y el ejercicio de la ciudadanía.

En las escuelas se tiene la costumbre de realizar celebraciones utilizando como motivo la conmemoración de alguna fecha importante para la institución o para la sociedad. Algunas veces se lleva a cabo la izada de bandera, el día de la familia, del alumno, del profesor, entre otras, en las cuales los niños, jóvenes y adultos tienen la ocasión de realizar un baile, recitar un poema, tocar una canción o hacer una obra de teatro, que permita reforzar la idea o sentido de la celebración.

Tales eventos generalmente tienen un elemento en común: la fiesta, entendida esta como la puesta en escena y el exhibicionismo por parte de sus protagonistas. Por lo tanto, la fiesta es una acción que permite a los individuos mostrarse y negociar significados, de forma directa o indirecta, con otros agentes que hacen parte de la misma, ya sea como protagonistas o como espectadores.

La integración de la comunidad educativa en una fiesta permite que entre los distintos miembros de una sociedad se comience a crear tejido social, se den a conocer formas particulares de concebir al mundo a través del baile, la música, los instrumentos, los disfraces y demás elementos que hacen parte de la misma.

Para la IEFA esta celebración se torna liberadora cuando reconoce la diversidad y partiendo desde la tradición es capaz de irse re-creando, para que las nuevas generaciones se integren al legado cultural de su comunidad, con la posibilidad de aportar desde su experiencia otros elementos que lo enriquezcan.

Igualmente, la fiesta libera cuando se promueve como un espacio para la construcción y afianzamiento de la identidad, como resultado de un proceso negociador y no impuesto por agentes externos cuyos intereses son la exclusión y la descalificación de lo diferente, que permita el empoderamiento, contribuya a tomar las riendas de la historia de cada pueblo.

Una relación efectiva y simbiótica entre fiesta y escuela, puede generar procesos de socialización y de apropiación cultural interesantes y prometedores. Ya que dinamizan las aulas, las relaciones de los estudiantes entre sí y con sus maestros, así como entre la escuela y la sociedad en general.

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