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LEY DE INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA.

LEY 1098 DE 2006

COMPORTAMIENTOS DE LOS ESCOLARES  Vs  NORMAS DE COMPORTAMIENTO

Formar las generaciones de ciudadanos es la actividad  más antigua del mundo, continúa asumiéndose como una  tarea muy compleja, pero que genera pasiones a quienes tuvimos el reto de escogerla como profesión.  Ejercer de educadores, muchas veces nos hace   replicar lo que han hecho con nosotros. En esta perspectiva, los mayores debemos cuidar mucho la forma, consciente o inconsciente, de construir los mensajes que comunicamos a los niños y adolescentes; además, de las medidas disciplinarias que abordamos para tratar sus comportamientos equivocados.

Educadores y Padres de Familia debemos tener muy claro que para educar y enseñar a nuestros estudiantes e hijos no es necesario castigar; aunque si es importante que nuestros niños, niñas y jóvenes sean conscientes de que sus malos comportamientos tienen consecuencias y que éstos son generadores de sanciones frente a los problemas que se producen. Parecería contraproducente, pero muchos expertos psicólogos coinciden en que la privación de privilegios es la medida más efectiva para sopesar los comportamientos no permitidos, porque conduce a la autodisciplina, que debería ser la meta de todo sistema educativo. Para enseñar a los estudiantes e hijos a ser disciplinados, a obedecer, a respetar y a cumplir con lo que se espera de ellos, es fundamental que los padres promuevan normas y límites democráticos, y a enfrentar los errores que cometan con tranquilidad y cariño como medidas formadoras y además solidarias del trabajo de los docentes en la escuela.

 En la actualidad, los problemas de conducta en las Instituciones educativas  son cada vez más frecuentes y resulta obvio que en muchas ocasiones no sabemos cómo manejarlos. Urge que las Instituciones Educativas y colegios inicien procesos de socialización para que toda la comunidad educativa, llámese estudiantes, profesores, padres de familia o directivos, consolidemos el conocimiento de  cuáles son las vías, los derechos y los deberes que todos tenemos dentro del establecimiento para que los procesos funcionen armónicamente.

 Enseñarle a un estudiante las normas que debe acatar dentro de la Institución llega a ser, en ocasiones, una labor dispendiosa porque algunos estudiantes con problemas disciplinarios tienden también a tener problemas en sus hogares: o por padres muy permisivos, o por padres muy estrictos o por medidas que lamentablemente son mal interpretadas desde las normas. Pensamos que las conductas perturbadoras se presentan con mayor intensidad en la adolescencia y la creciente permisividad de los padres y medidas aparentemente flexibles en las normas vigentes  provocan un contrasentido que desencadena importantes problemas de adaptación en las Instituciones Educativas.

 Un ejemplo claro, es la forma equivocada que siempre se argumenta con el debido proceso, sustentado en interminables anotaciones en los observadores de los alumnos o diarios de campo, si no existe, el estudiante podrá reincidir y cometer atropellos que vulneren la dignidad y la honra de las personas y de quienes contribuyen con su proceso formativo. En este sentido, es importante reconocer la categorización de las faltas en los manuales de convivencia.

 La clave está en hacerle entender a los estudiantes, tan pronto ingresan a nuestras Instituciones Educativas, que hay unas reglas a las que deben someterse, y que estas se encuentran consignadas en los Manuales de Convivencia. Es evidente que corregir las faltas disciplinarias de nuestros estudiantes se está convirtiendo para los docentes en  una tarea compleja. Hoy por hoy, existe en el magisterio Colombiano, una creciente preocupación y escaso éxito de audiencia, por el deterioro progresivo de la actitud y comportamiento de nuestros niños, niñas y jóvenes en las aulas, hasta el punto de que, en muchos casos, es literalmente imposible desarrollar cabalmente la labor que nos corresponde en las aulas.

 En estos casos la consecuencia inevitable resulta la degradación del clima escolar y especialmente del aula en la que se presenta el conflicto, al mismo tiempo que el incremento de los problemas de conducta de un estudiante en concreto, también causan un deterioro importante de su desarrollo personal y social, ya que minan su autoestima y sus posibilidades de establecer relaciones personales positivas con las personas que los rodean.

Es necesario, de una vez por todas, dejar claro a los niños, niñas y jóvenes  los límites firmes sobre comportamientos inapelables, aplicar sanciones consistentes (ni punitivas, ni físicas) a las acciones inaceptables y al quebrantamiento de las normas. Con otras palabras, la permisividad (por el temor al enfrentamiento o por no haber entendido correctamente que es educar y enseñar) es caldo de cultivo para la violencia escolar, además de dañar al joven en su educación correcta. No haber entendido la dualidad libertad-autoridad ha resultado nocivo para la educación y para la sociedad.

No hace falta ser docente, ni un experto en educación y enseñanza para saber que sin autoridad, sin el respeto a la autoridad del profesor, no es posible ni aprender ni educar; un respeto y una autoridad que son compatibles, faltaría más, con la libertad, aunque no, por supuesto, con el libertinaje. En ninguna norma de este país se sentencia que los educadores hemos perdido autoridad o más claramente no la tenemos para resolver problemas claves de comportamientos no permitidos en las aulas y las Instituciones Educativas. Sin embargo, es pertinente advertir que la autoridad no está reñida con la afectividad.

 Finalmente es muy prudente recordar a los Padres de Familia y acudientes  que con todas las medidas disciplinarias, usted debe hacer cumplir las consecuencias de los comportamientos no permitidos y equivocados de manera sistemática. No permita que su hijo le dé excusas por su comportamiento y mucho menos que se justifique culpando de ello a sus compañeros o profesores (as). No se debe experimentar enojo cuando sea citado para atender un llamado de atención sobre la indisciplina de su hijo(a). Atiéndelo con comedimiento y respeto por las normas Institucionales. Las Instituciones educativas y sus docentes lo hacen para contribuir a la formación de su hijo(a), no para incomodarlos o hacerles perder el tiempo.

Desafortunadamente, la acertada insinuación del siguiente video, es muy cercana a nuestra realidad.

Preparó: Ricardo Steffens G.

 

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