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El respeto a la labor docente.

De acuerdo a la legislación colombiana, la participación de los Padres de Familia en los órganos del gobierno escolar o asociaciones de Padres de Familia debe propiciar un clima de confianza, entendimiento, integración, solidaridad y concertación entre todos los estamentos de la comunidad educativa y sobre todo promover actividades de formación de los padres de familia encaminadas a desarrollar estrategias de acompañamiento a los estudiantes para facilitar el afianzamiento de los aprendizajes, fomentar la práctica de hábitos de estudio extraescolares, mejorar la autoestima y el ambiente de convivencia y especialmente aquellas destinadas a promover los derechos del niño, entre otras funciones (decreto 1286, abril 27 de 2005).

Caso contrario: el Padre de Familia o acudiente no debe ejercer una práctica tipificada como Violencia laboral,  acción psicológica que de forma sistemática y recurrente se ejerce sobre los maestros de cualquier institución educativa, con la finalidad de destruir su reputación, perturbar el ejercicio de la labor docente y/o con la intención de que alguno de ellos abandone el sitio de trabajo. Para ello, este tipo de Padres de familia utiliza la amenaza y un supuesto poder que tiene para lograrlo. Sus acciones tienen por objeto intimidar, apocar, reducir, menospreciar, amedrentar, y/o perturbar emocional e intelectualmente a los maestros. Induce, además a otros Padres de familia a imitar estas acciones lo que  genera confusión e incertidumbre en algunos de ellos. El Colectivo Docente de la IEFA, exige a la Secretaría De Educación Municipal de Caldas que le dé un alto a los Padres de Familia irrespetuosos, debido al menosprecio contra los educadores.

La educación, como cualquier profesión, tiene un marco teórico, unas estrategias y procedimientos que acreditan y avalan el accionar docente. Además, los colegios, al hacer pública su filosofía educativa, permiten que los padres de familia puedan elegir a aquel que más se ajusta con lo que buscan. Tal decisión entraña la aceptación de la propuesta de la I. Educativa, la confianza en la idoneidad de los profesionales que allí laboran y la delegación de la tutela y autoridad al colegio para que -a través de sus profesores- guíen y orienten a su hijo conforme al perfil del alumno propuesto.

De manera que entre la IEFA y los padres de familia se establece una alianza marcada por acciones complementarias que convergen en un mismo punto: la educación y formación de sus hijos. La complementariedad no es confusión, más bien supone claridad en la delimitación de los roles a partir de la cual el colegio concurre como experto en la tarea de definir lo que el alumno necesita con miras a su desarrollo educativo.

La autoridad y la prestancia de las I.Educativas no pueden ser tan alegremente cuestionadas. La formación de niños y jóvenes es un quehacer profesional que implica generosidad, paciencia, vocación y sabiduría. No es una desfachatada aventura comercial y menos una mera actividad cuyo objetivo es halagar y complacer a sus clientes. Educar es una apuesta al futuro de un país, que recae en parte en las Instituciones educativas y en los hombros de sus profesores. El respeto a la labor y misión docente es un modo de coadyuvar a la mejora de la sociedad. Sin duda, los colegios tenemos mucho terreno que despejar, y desde dentro corregir para ofrecer cada vez un mejor servicio educativo. Pero de allí a minarnos en nuestra autoridad sobre la base de algunas deficiencias puntuales, es demasiado y lesivo.

1 Comentario

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  • Profesor Ricardo, que alegría encontrarlo por estos medios informaticos; usted como siempre muy coherente con sus escritos y defendiendo la profesión docente

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