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Estrategia ludico- lectora para estimular el hábito lector

El Plan semanal de Lectura que se desarrolló en el marco de la celebración del Día del Idioma es una estrategia que busca fomentar la lectura e incluso la escritura en los niños y niñas de la I.E.F.A. Se trata de estimular la lectura comprensiva de diferentes tipos de textos y de acuerdo al grado de los alumnos y alumnas de nuestra Básica primaria.

La IEFA es consciente de que en la sociedad en la que estamos inmersos se hace imprescindible y necesario el poder procesar grandes cantidades de información efectiva y rápidamente. Cuando leemos además de procesar información abordamos procesos cognitivos que son universales y que se producen en nuestra mente, así en ella aparecen representadas un conjunto de ideas que se suceden para representar lo que estamos leyendo como si se tratara de una película. Desde esta perspectiva, las docentes de la Básica Primaria crearon una estrategia para desarrollar la motivación lectora.

La lectura es uno de los aprendizajes más importantes que proporciona la escolarización ya que es la puerta de entrada a la cultura escrita, y ello comporta la socialización de la persona, la adquisición de informaciones y de conocimientos. Leer es la puerta de entrada a la cultura, pero además la adquisición del código escrito implica el desarrollo de capacidades cognitivas superiores, por ejemplo la reflexión, el espíritu crítico, Entre otros. Quien aprende a leer eficientemente desarrolla en parte su pensamiento.

Las razones para hablar de la lectura en el sentido amplio de acceso pleno al lenguaje como forma de pensamiento, expresión y comunicación, se sustentan en los hallazgos de disciplinas como la semiótica, la lingüística, la psicología, la pedagogía y la literatura. Gracias a esos hallazgos, hoy sabemos que leer es un proceso de negociación de sentidos y que el lector no se limita a extraer un significado dado de antemano por un texto inmutable y unívoco, sino que despliega una compleja actividad psíquica para construir múltiples significados. En lugar de repetir o subrayar «la idea principal», leer es participar de un diálogo entre un autor, un texto -verbal o no verbal- y un lector con todo su bagaje de experiencias, de motivaciones, de actitudes y de preguntas, en un contexto social y cultural diverso y cambiante.

Abordar la formación de lectores desde esta perspectiva implica, en primer lugar, concebirla como un proceso que se extiende durante un periodo prolongado en el desarrollo de las personas; que se inicia desde la primera infancia, mucho antes de la alfabetización formal, y que se da como resultado de una enseñanza y a partir de oportunidades para participar en una multiplicidad de prácticas de lectura con diversidad de propósitos, textos y destinatarios. En segundo lugar, entender que el acceso a la lectura transforma la estructura cognitiva y emocional del sujeto, al brindarle una herramienta poderosa para operar simbólicamente sobre la realidad y crear mundos posibles, más allá de las coordenadas concretas del aquí y el ahora.

Si un lector es aquel que puede abordar diversos textos, transformándose y transformándolos, enseñar a leer y a escribir significa, fundamentalmente, ofrecer a las personas la oportunidad de pensar de una forma distinta. La capacidad de examinar y de elegir opciones, de relacionar ideas, de interpretar y juzgar, de descifrarse, expresarse y también de «ponerse en la piel» de otros seres humanos, en otros tiempos y espacios, abre las perspectivas del pensamiento, de la sensibilidad y de la imaginación y se constituye en dispositivo para seguir aprendiendo durante toda la vida.

Replantear el papel del lector como sujeto activo tiene hondas repercusiones en nuestra forma de enseñar a leer y a escribir, pues supone concebir al niño, desde los inicios de su vida, como partícipe en esa tarea de construcción de sentido. Ahora sabemos que los niños y las niñas despliegan una actividad interpretativa de gran riqueza emocional y cognitiva mucho antes de acceder al proceso de alfabetización formal y que, por consiguiente, su iniciación como lectores no se da cuando se sitúan repentinamente frente a una cartilla, sino desde que sus padres y sus primeros maestros les ofrecen esas «envolturas de palabras» -historias, poemas, conversaciones y toda clase de textos- para «leerse» en ellos.

 

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