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La drogadicción desde una visión ciudadana

Publicado el 27 de abril de 2016.

La drogadicción se ha  convertido en un problema de inmensas dimensiones en las sociedades actuales. Se han hecho enormes sacrificios en recursos y vidas humanas para atajar éste mal que parece imparable. Hace poco el presidente Santos tuvo la osadía de afirmar en las Naciones Unidas (ONU) que la lucha contra las drogas se había perdido, y con razón lo dijo.

La situación es realmente compleja. Teniendo en cuenta múltiples factores y considerando la situación actual, se afirma que la represión y la prohibición no han dado resultados. Personalmente “yo pienso” que el mayor problema no está en el que vende y comercializa, ésta en el consumidor. Como ciudadano, no estaría de acuerdo con la legalización. Por qué precisamente lo peor del comercio de la droga no son las mafias, ni el enriquecimiento de ciertas personas. El daño del comercio de éstas sustancias está en que afecta la vida de múltiples seres humanos, en especial de los jóvenes. Las personas en la actualidad no tienen la capacidad o la madurez de controlar éste consumo, o bien de apartar definitivamente las amenazas que con llevan el comercio y consumo de éste tipo de sustancias

Los consumidores se multiplican, especialmente en la población juvenil, generando algo que se puede denominar como una carga psicológica en torno a los narcóticos o drogas. La carga psíquica se genera desde los consumidores y los que comercian, aunque no afirmo que esto se genera de forma voluntaria. Me explico. Parece que estuviéramos ante unos “poderosos adversarios”; los narcóticos. Los narcóticos se convierten en una especie de sustancias mágicas o misteriosas que anulan la voluntad de los seres humanos e infaliblemente los manipulan. Por consiguiente los que la comercializan e incluso los que los consumen tienden a adquirir aunque de forma inconsciente, cierto “status” con respecto a lo social.

En esto quiero hacer énfasis, en la carga psíquica que ejercen los narcóticos y que es un factor externo y social que se forma, que no son un efecto directo de las sustancias narcóticas. Primero que todo, ya que me adentro en un terreno peligroso, ratifico que debemos estas alejados de éstas sustancias. Segundo los narcóticos no son invencibles, ni inmanejables. Después de varias décadas de existencia y de compartir con muchas personas, he escuchado testimonios de individuos e individuas que en su vida consumieron y actualmente no consumen. Es más hay testimonios de personas que no les gusto, ni les gusta. Pero existen una serie de situaciones que favorecen el surgimiento de la drogadicción. Un simple ejemplo: un muchacho probo marihuana y no le gusto, hasta lo hizo vomitar; pero éste muchacho por “ociosidad” consume ocasionalmente, primero una vez cada mes, luego una vez a la semana. Con el tiempo se incrementa el hábito y se va creando una dependencia en éste organismo. Aún más si las amistades o los grupos a las que pertenece el individuo refuerzan el hábito de consumo. Yo no era consumidor de tinto (café), en cualquier momento de mi vida reforcé el hábito. Ahora me puedo tomar 5 tintos en la mañana, y francamente me hace falta ésta bebida, que en el fondo es una dependencia de la cafeína.

Existen otros factores. Los muchachos que se mantienen andando los barrios en las esquinas, hasta aburridos. Desde luego están más expuestos que otras personas que hacen actividades, creativas o reconfortantes. En cuanto a esto debe haber cierta dinámica. No solo con que una persona tenga el hábito de la lectura o que sea buen estudiante está exento de sufrir la drogadicción, se requiere un tipo de recursos más amplios que neutralicen ésta amenaza. Al respecto he conocido casos.

Otro factor que con seguridad produce o por lo menos fortalece la drogadicción en las personas es el factor psíquico individual. En este sentido se presenta variedad. Es más o menos frecuente encontrar en los drogadictos vacíos afectivos, soledad, problemas familiares, duelos o falta de seres queridos aparentemente superados, frustraciones. También, me atrevo a decirlo, se dan casos de personas con crisis existenciales; ¿Ya lo tengo todo, ahora que?; ¿Además de ésta vida de rumba que?;”necesito algo que me estimule”. También es para tener en cuenta que la costumbre de “ser rumbero” nos puede exponer a la drogadicción, bien sea por hacernos aficionados a “ciertos placeres” que buscan incrementarse o por quitarnos espacios vitales y psíquicos. También una mentalidad materialista que aparte una visión afectiva hacia la vida y otras personas nos puede exponer a la drogadicción. La drogadicción se convierte en un escape o en una forma de llenar vacíos.

Se dice comúnmente que a fulanito lo “cogió la droga”, que tal muchacho o señor se convirtió en un indigente a causa de la droga. Aquí llego a otro asunto que quería considerar y que creo que es el centro de lo que quiero decir. Es un cambio de paradigma o esquema para tratar la problemática de la drogadicción. “Pienso” que más que tratar la drogadicción como una causa, se debe tratar como una consecuencia o resultado. ¿Consecuencia o resultado de qué?. R/ De la debilidad de una sociedad moderna, de un contexto personal y social que favorece el crecimiento de la drogadicción, así como un terreno abandonado que favorece el crecimiento de la maleza. Si tuviéramos defensas para apartar, resistir y controlar la adicción a los narcóticos, todo esto no sería un problema de grandes dimensiones y legalizar la droga no sería un motivo de discusión. La marihuana hasta se vendería en las tiendas vegetarianas. ¿Qué es la Marihuana? Una planta prodigiosa como la penca sábila (aloe-vera), los efectos curativos de la marihuana se estudian para tratar  múltiples enfermedades, hasta la Epilepsia y el mal de Alzheimer. Pero usada de forma adictiva es nociva, se puede quedar un mes en el organismo, afectando incluso las conexiones neuronales y por lo tanto el rendimiento cerebral. También podríamos comentar sobre la cocaína.

Personalmente no creo que los narcóticos no sean esas sustancias irresistibles, que no toleran siquiera que los prueben porque crearían dependencia de por vida. Por lo tanto me niego a tenerles miedo, si les tengo miedo aumentaría la carga psíquica. Tampoco afirmo que no son peligrosas o son inofensivas. Lo mejor es ni siquiera probarlas, pero si alguien las prueba debe montar barreras ante el surgimiento de una posible dependencia o formas de adicción a los narcóticos, la principal forma no volverlas a consumir.

Claro ahora quiero referirme sobre las defensas ante la drogadicción, porque me inquieta este problema que tiene al borde del desespero a la sociedad moderna no solo en Colombia, sino también en países desarrollados como los Estados Unidos. La producción y el consumo crecen aceleradamente; según la edición del periódico EL COLOMBIANO del 17 de abril del presente año, Medellín tiene hoy 227.000 adictos. De otro lado, la producción de coca se duplicó en Colombia en solo dos años, en el 2.014 y en el 2.015.

Considerando que el problema de la drogadicción alcanzó niveles críticos, voy a atreverme señalar a mi modo de ver una de las posibles soluciones. La solución o defensa ante la drogadicción que propongo depende de la libertad y decisiones que toma cada quien en su vida. Esta solución o defensa ante la drogadicción le puede servir a unas personas, a otras no. Ante la drogadicción se requieren soluciones de base, ósea, atacar el consumo más que el comercio, atender o brindarles recursos a los posibles consumidores. La psicología puede ayudar. Pero siento que además se requiere una reestructuración profunda, y más que un cambio de actitud y mentalidad, algo que denominamos espiritualidad y por lo tanto religiosidad, religión. Tomada desde la inmediatez de cada cual, la mayoría de personas de la sociedad colombiana tenemos un vínculo hacia el cristianismo católico. Entonces no se debe partir de cero 0. Pero se deben respetar la libertad y tendencias de cada cual. Tampoco creo conveniente una religiosidad inconsistente tomando el nombre de Dios a la ligera: “Señor Jesús, te acepto como mi salvador, confío en ti, quiero cambiar de vida………. No es como consumiendo una paleta o un bon-bon. Yo considero que los cristianos cuando rezamos estas oraciones estamos esperando un efecto perdurable. Esta “espiritualidad” Debe ser un efecto que traspase toda la vida y que sea constante y revitalizador que pueda estar presente en muchos momentos, en especial en momentos críticos.

El debate está abierto, éste artículo pretende sumarse al debate, la lucha continua, la lucha contra las drogas narcóticas continuará. Lo cierto es que se requiere replantear ésta lucha. Acepto las críticas o aportes que quieran hacer a éste artículo, siempre que sea de forma respetuosa.

Desde el punto de vista personal las drogas narcóticas no me impresionan. Pero para la sociedad en la que vivo es un enorme problema. Pero saber que una dosis regular de “perico” o “bazuco” cuesta 10.000 o 12.000 pesitos, en los barrios estrato 1 y 2. “Esta plata mejor me la como en morcilla”, de hecho una familia podría hacer un desayuno para varias personas con éste dinero. Con ese dinero yo podría comprarme un helado enorme con trozos de melocotón y fresas y me sobra; puedo invitar a un amigo o la novia a dos cervezas con paquete de de-toditos incluido. También podría comprar dos tamales(tamales de maíz, valga la redundancia) uno para mí y otro para, digamos mi mamá.

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