Un día en el cotidiano accionar de los maestros colombianos se resume en el construir conocimiento ya existente, sembrar la semilla que pronto germina, consolidar el proyecto de vida de una cantidad de niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores inquietos por el aprendizaje y el cuestionamiento, es la hora de clase, todos aceleramos el paso, cambios en la voz, asumimos posturas y sentamos precedentes coherentes y racionales en el diario vivir de la lección, lesionada por el constante y pésimo sentido del humor e irreverencia de unos cuantos estudiantes que con sus disparates retan la razón de vivir por pasar a segundo plano el mapa conceptual de la vida.
Incongruencias desde la planeación marquetizan y simbolizan la labor de un puñado de maestros que equivocados o no orientan el sistema educativo de calidad ofrecido por un gobierno capaz de entregarle a los particulares la responsabilidad que les atañe a ellos como verdaderos impulsadores de la educación de su pueblo, países como Costa Rica garantizan el 80% de sus instituciones educativas con el cubrimiento oficial de calidad y con la exigencia necesaria para constituirse como uno de los mejores sistemas educativos de Latinoamérica, a tal punto de ser modelo por muchos en nuestro continente.
Raíz cuadrada de un problema al que ni la fórmula le sirve para solucionarlo, por que el interés de una dirigencia negligente varía el procedimiento coherente de una educación tradicional obsoleta y subvalorada. ¿De que sirven aulas virtuales si se cierran desde las trincheras del vandalismo para privar el avance pedagógico moderno?; ¿para que 10 balones si tan solo uno sirve para dividir este amargo conflicto y sellar lo que en términos de implementos le aportan a la educación de muchos?
Se revuelcan próceres y bienhechores en el sitio del descanso eterno con una legislación mezquina y frágil de enganchar el camino real de un pueblo educado y educador.
Cuantos decretos para reglamentar la incoherencia y noble decisión de masificar y llenar aulas de personas para garantizar un sistema “único” para aquellos que pretenden congregar sin convivir, o más bien vivir con el temor de otros. Suena el timbre, campana o disco cambian caracteres y maestros como cambiando el rumbo de un esquema sin brújula, o con un rumbo directo a la capacitación mediática y las calles esperan para seguir absorbiendo a la muchedumbre que llena los bolsillos de indiferencia e incongruencia.
Se cierran las aulas y consigo se abre la incertidumbre de unos puestos fríos merced a la mañana de unos maestros que en el día a día consagran la labor de enseñar.
OSCAR ALEJANDRO RINCON CARVAJAL EDUCADOR FÍSICO DE LA IEFA.
ACORD ANTIOQUIA LOCUTOR 035. “El rincón de Alejo”
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